El teleférico de Fuente Dé

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Con esta entrada inauguro una serie de posts en la que os contaré nuestras aventurillas previas a la apertura de este blog. Ya sabéis que el viaje desencadenante de la creación de Bienvenidos a Lilliput fue el que hicimos a Holanda hace ya un par de años. Pero sin embargo, llevo ya algún tiempo pensando en contaros todas esas experiencias previas que, aunque ahora se me antojan ya lejanas, nos traen muy buenos recuerdos.

Ademas, estas aventurillas son muy especiales, porque fueron las primeras que hicimos siendo más de 2 ;-).

El segundo verano tras nacer el lilliputiense mayor, huimos a Asturias…. Estuvimos una semana, disfrutando. Aunque nuestro objetivo era la zona asturiana, uno de los días hicimos una escapada a Cantabria para conocer el teleférico de Fuente Dé, ubicado en pleno Valle de Liébana. Nos lo habían recomendado especialmente y, a pesar de que estuvimos en coche más tiempo de lo que teníamos planeado, sin duda, mereció la pena.

Si visitáis la zona y queréis subir al corazón de los Picos de Europa es totalmente recomendable subir a El Cable (así llaman los montañeros a la estación de llegada del teleférico).

Fuente Dé es una zona turística donde además de la estación del teleférico, podéis encontrar el Parador de Fuente Dé. Para llegar hasta esta zona, lo hicimos siguiendo la carretera desde Potes (N-621), pasando por Espinama, cuyo trayecto es de aproximadamente 20-30 minutos.

En todos sitios, nos recomendaron que visitásemos el teleférico a primera hora de la mañana, ya que es fácil encontrarse con niebla a horas posteriores y además, te evitas colas de espera para subir, que en los meses de verano son muy habituales. Sin embargo, nosotros incorporamos la visita a Fuente Dé en nuestra ruta, en una secuencia «lógica» para nosotros. Desde donde nos alojábamos hasta el teleférico había aproximadamente unas 2 horas de camino, por lo que era impensable llegar a primera hora ;-). Hicimos nuestra ruta del día de manera que, almorzamos en Espinama y después de comer, subimos al teleférico.

Y 100% recomendable…

Por cierto, si pasáis por Espinama… obligado es el restaurante Vicente Campo, justo al ladito de la carretera. Es en realidad un hostal restaurante. El hostal recibe el nombre de Hostal Puente Deva. El restaurante en sí, no está muy adaptado para ir con peques ya que, aunque hay un pequeño bar en planta baja, el restaurante está en 1ª planta y para acceder a ella hay que subir por unas escaleras…cortas pero empinadas (y con un carrito de bebé es un rollo). Una vez arriba, no es excesivamente amplio. No os sé decir si disponen de tronas, porque mi lilliputiense iba dormido y ni tan siquiera la pedí. Nosotros estuvimos allí cuando mi lilliputiense mayor tenía algo más de 1 año, y cómo seguía durmiendo siesta, programábamos nuestros almuerzos para que coincidieran con ellas, con lo que todo era más fácil. En el restaurante, el plato obligatorio es el cocido lebaniego… Sin palabras. Imprescindible.

De Espinama a Fuente Dé, hay 5 minutos en coche. La estación desde donde sale el teleférico tiene una enorme cafetería. El teleférico salva los casi 800 m de desnivel que hay hasta llegar al mirador de El Cable, con una altura de casi 1.850m.  

Esperando para subir

A pesar de la hora a la que fuimos, tuvimos suerte ya que no nos encontramos con las largas colas que nos auguraron ;-). El teleférico tiene una capacidad para unas 20 personas. Y el trayecto que dura algo más de 3 minutos es espectacular. No estábamos muy seguros de cómo se lo iba a tomar el lilliputiense mayor (en ese momento el único) la subida…pero no rechistó en todo el trayecto.

Llegamos…

Una vez arriba, también existe una cafetería con unas vistas panorámicas increíbles de los Picos de Europa así como una pequeña tienda de recuerdos sobre el Parque. Lo más alucinante, un mirador, en el que te quedas literalmente colgado en el aire…y que te quita hasta la respiración.Todo el balcón-mirador está hecho de rejillas por lo que mirar debajo de tu pies te produce mucho «acongoje». ¡Me encantó!

En teoría, a pocos km del mirador hay un refugio (aunque nosotros no lo vimos).

Tras subir el teleférico te encuentras con un paisaje de pradera impresionante. Desde allí se pueden realizar rutas varias (y varios senderos de pequeño recorrido). En esta ocasión, por nuestra programación del día, no hicimos ninguna :-(. Simplemente paseamos por la zona hasta que se hizo la hora de bajar. Y es que la zona está genial para pasear. La orografia no era excesivamente difícil para el pequeño por lo que pudo corretear a sus anchas. Además, aprovechamos y merendamos allí (lujazo). Por cierto, no subimos el carrito (ni recomiendo que lo subas) porque aunque el terreno no es excesivamente brusco arriba, no es para andar con un carrito de bebé. Es un poco obvio pero por si acaso….

Merece la pena, porque el paisaje es precioso… espectacular. La posibilidad de poder enseñarle tremenda maravilla a tu lilliputiense es una joya (aún a sabiendas de que no se acordará de nada ;-)).

Cafetería al fondo

Según he leído, recomiendan subir a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde (por la posibilidad de ver unos espectaculares atardeceres). Nosotros apuramos hasta última hora, aunque por desgracia no llegamos a ver el atardecer. Pero sin duda, se trata de unas vistas imprescindibles y una experiencia única. Totalmente recomendable.

En conclusión, si vais por la zona, no os privéis ni a vosotros ni a vuestros lilliputienses de tremenda experiencia. Una joyita más para incorporar a nuestra colección de momentos únicos :-).

¡Feliz lunes!

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Hay 2 comentarios

  1. Escrito por MiPequeñoGulliver (@PequenoGulliver) el 19 abril, 2013

    Hola! Subí en este funicular de pequeña y lo recuerdo fascinante, yo tendría unos 8 años. ¿sólo dura 3 minutos? A mí se me hizo mucho más laaargo y lo recuerdo muy divertido, especialmente porque mi padre se mareo por la altura, jeje. El mirador también es una pasada, yo estoy deseando volver, la próxima vez con mi peque.

    • Escrito por Bienvenidosalilliput el 19 abril, 2013

      Y o lo recuerdo espectacular. Un entorno alucinante. Sin duda un sitio para volver muchas veces! 😉

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