Este verano, leí una entrada que me gustó mucho.
Se trataba de un post del blog de IATI Seguros, en el que hacía una estupenda recopilación acerca de los souvenirs que coleccionaban algunos blogueros de viajes. Me pareció muy divertida y me encantó ver las fotografías de cervezas, llaveros, bolas de cristal, vasos, pantuflas, imanes para la nevera…y en definitiva, de un montón de «chismes» de los que a todos nos encanta coleccionar cuando vamos de viaje.
De hecho, me vi a mi misma comprando cualquiera de esos souvenirs en cualquiera de las tiendas de cualquiera de los países que he visitado :-D.
Entonces empecé a darle vueltas a la idea de hacer este post…
Yo soy de las que compra imanes de nevera en mis viajes, aunque a día de hoy creo que no tengo una colección «reconocida». En mi casa podéis encontrar desde una porra golpea leones de los masai (sí…así es), hasta una jarrita de porcelana para tomar agua de las fuentes de Karlovy Vary (Rep. Checa), pasando por unas maracas cubanas o un llaverito de la torre Eiffel. Es decir, soy potencial consumidora de cualquier tipo de souvenir :-D.
Sin embargo, a raiz de leer el post del blog de IATI Seguros, empecé a pensar, no sobre los souvenirs que yo había comprado sino sobre qué tipo de souvenirs habían querido comprar mis lilliputienses desde que ellos viajan con nosotros. Cómo aún son pequeños, es fácil echar la vista atrás y recordar qué cosas les ha llamado la atención o cuáles han querido traerse de cada sitio que han visitado. Y lo chulo de recordarlo es, que no son necesariamente recuerdos ligados a tiendas de souvenirs. De hecho, los recuerdos que tenemos comprados de este tipo de tiendas, al final son objetos que les compré yo bien porque fueron en momentos cuando ellos eran aún bebés o bien porque, evidentemente les condujimos nosotros a este tipo de tiendas.
De este tipo, tenemos, entre otros, un Fluvi (esa mascota de la Expo de Zaragoza de 2008), un peluche vaca de nuestro paso por Asturias o un vaso-pajita del Oceanográfico de Valencia. Especialmente simpático el recuerdo del peluche llamado Smiley, mascota de la cadena de hoteles Iberostar en Lanzarote y que el papá todo valiente ganó en un frenético concurso frente a otros papás iguales de valientes que él, en la minidisco del hotel, para sus lilliputienses.
A medida que han ido creciendo los peques, ellos han ido eligiendo sus recuerdos.
De Ámsterdam volvieron con 2 gorros para el invierno. En este caso, el mayor eligió…la pequeñita era prácticamente un bebé y le gustaban todos. Fue muy divertida la compra.
También de Holanda tengo que recordaros la anécdota que me ocurrió gracias a este blog, y que aún hoy día cada vez que la recuerdo me emociona.
En el citado país visitamos un Parque de Atracciones llamado De Efteling (para mí el más bonito de todos los que hemos visitado). Nos gustó y lo disfrutamos tanto, que no pudimos resistirnos a comprarnos un recuerdo. El mayor eligió una gorra de un dragón, y la pequeñita, un peluche- cabritillo del cuento Los 7 cabritillos y el lobo. Sin embargo, tuvimos la mala suerte de que mis peques perdieron la mochila que llevaban con sus juguetes en el camino de vuelta a Córdoba y en ella iban los dos recuerdos de De Efteling.
Al hacer yo el post hablando sobre De Efteling, comenté lo que me había ocurrido con los dos souvenirs comprados en el Parque de Atracciones. Y cuál sería mi alegría al recibir noticias de una chica holandesa que residía en España y que volvía a su país con sus hijos. Iba a visitar el Parque con sus hijos, y se ofreció a enviarme de nuevo los dos recuerdos ;-)…La gorra de dragón y el cabritillo llegaron puntuales a través de los Reyes Magos, y no os quiero ni contar la alegría de mis peques cuando lo recibieron…
De Alemania volvimos cargaditos de huevos de Pascua de chocolate.
De nuestra semana en los Pirineos surgió el concepto de la «mochila de los tesoros», mochila que desde entonces llevan en cada salida, excursión o viaje, para guardar todos los tesoros que nos encontremos (sean comprados o hallados). En su primer viaje al Valle de Benasque la mochila volvió cargada de piñas, palos, postales y hasta alguna piedra que otra. Lo mismo ocurrió en Valle del Jerte.
La escapada a Tarragona el presente año llenó la mochila con las cartas Dobbler (si no las conocéis os la recomiendo porque son geniales!), así como unas cuantas piedras encontradas en la playa de Cambrils. Bueno, esto es común de todas las playas que visitamos…la mochila suele venir llena de conchas o piedras varias.
En Valonia (Bélgica), además de multitud de postales (ahora os cuento la historia de las postales), nos trajimos un puzzle-vaca (la vaca en sus múltiples formas es adorada por mi pequeñita), un juego de una rana de madera cuya boca debe intentar a toda costa coger una pelota que está unida a ella por una cuerda, y un tebeo de Tintín para peques. Además, como siempre, de múltiples «cosas» encontradas al azar en cada excursión que hicimos…
Me gusta observar las cosas que guardan en la mochila de los tesoros. Y me gusta verlos cuando deben decidirse, en el caso de una tienda, y elegir aquello que se quieren llevar. Es curioso como cada uno de ellos tiene muy claro qué es lo que le gusta y cómo la palabra «tesoro» tiene un significado diferente para cada uno de ellos.
Ahora, desde hace 1 año y medio, y especialmente motivados por intentar que nuestros peques se fijasen en el entorno de aquellos lugares que visitábamos empezamos con nuestro «proyecto» de las postales. En realidad, la idea no fue nuestra, sino de un muy buen amigo nuestro que nos contó que lo hacía con sus hijos. Cada vez que viajamos a un sitio, o cada vez que nosotros, por motivos de trabajo, viajamos sin ellos, el regalo que le traemos a nuestra vuelta es una postal del lugar visitado. Estas postales son guardadas a modo de colección y no os podéis imaginar la ilusión que les hace ir añadiendo postales a la caja donde las guardan. De vez en cuando, abren la caja y jugamos a recordar algunos sitios… qué hicimos, quien fue (en el caso de que sea una postal regalada por papá o mamá) y cómo se llamaba el lugar. Es alucinante… De hecho, en los últimos destinos visitados, siempre preguntan si no vamos a llevarnos una postal del lugar.
De momento, estos son algunos de los souvenirs que hemos recopilado. Sea como sea, me gusta que se traigan algún objeto del destino en cuestión. El que ellos prefieran. Son aún pequeños, y no sé si cuando crezcan, su memoria les permitirá tener algún recuerdo de los momentos vividos. Pero estas pequeñas cosas, hasta ahora les motiva a querer recordar.
Bueno, no sé si recuerdan nuestras aventuras realmente o si se han aprendido de memoria la historia pero mola mucho escucharles. Me encanta, cuando mi pequeñita cuenta la historia de cómo ella se montó en un camello cuando estuvo en Lanzarote (y sólo tenía 4 meses por aquél entonces)!!!! La escucho, me río y le pregunto…»¿tú te acuerdas del camello?»…y ella me contesta…»¡claro!».
Y vosotros…¿qué tipo de souvenirs compran o les compráis a vuestros lilliputienses?
¡Que tengáis una gran semana!
Yo también soy de imanes de nevera y cualquier otra cosa curiosa del lugar, especialmente si es algo de comida típica, por no acabar llenando la casa de trastos… Indira se vuelve loca en las tiendas de souvenirs y como todavía es pequeñita acaba con algún peluche o camiseta del destino.
Nosotros tenemos otra costumbre con las postales, a través de una aplicación móvil hacemos una foto con la peque, escribimos la postal y la mandamos imprimir y enviar a los abuelos, así serán ellos los que coleccionen y un día le enseñen todas las postales de su nieta la aventurera.
Qué chulo Ester lo de las postales!!!! mola un montón la idea! 😀 Me encanta. La verdad es que lo de los imanes de nevera es un clásico, verdad?
Un besito grande y gracias por pasar por aquí!
Nosotros en cada viaje cogíamos una figura que representará el lugar que habíamos estado para ponerlo en la estantería de recuerdos, supongo que nuestro bebé cuando sea un poco mayor también empezará a hacer su propia colección de viajes.
Seguro que sí!
A todos nos encanta tener nuestra colección de «trofeos» cuando volvemos a casa. De hecho, a mi estos souvenirs me hacen sentir como que estoy más cerca de esos destinos. Así que estoy segura que a los peques les pasará igual!
Un saludo y gracias por pasar por aquí! 😀