Creo que éste no es el primer monasterio que han visitado mis lilliputienses (al menos el mayor), pero si es cierto que es el primero que visitamos con «hordas» de lilliputienses.
Nos enfrentamos a él con un grupo de 6 lilliputienses bien felices y contentos pero que, para ser sincera, no sabíamos demasiado bien como iban a reaccionar ante los cuadros en las paredes; las antiguas habitaciones que fueran aposentos de Carlos V; la silenciosa iglesia y el verde y solitario claustro.
Y es que, visitando la comarca de la Vera, y pasando el día en Garganta de la Olla, no podíamos dejar de visitar el Monasterio de Yuste. De hecho, la jornada de mediodía y almuerzo transcurrió en el pueblito, tras lo cual, nos dirigimos al Monasterio donde pasamos tranquilamente la tarde.
El final de la jornada tuvo lugar con tremendísima tormenta de verano, que ni por asomo nos esperábamos.
El Monasterio está ubicado entre las localidades de Cuacos de Yuste y Garganta de la Olla. De hecho, pertenece a la primera de ellas.
El coste de la entrada es de 9€/adulto (menores de 5 años es gratuito). Entre 5 y 16 años tienen una tarifa reducida (4 €). Hay una serie de bonificaciones y reducciones en el precio de la entrada que podéis consultar aquí. De hecho, por ejemplo, si sois profesores, tendréis acceso gratuito al Monasterio siempre que llevéis alguna documentación que lo acredite. En verano, el horario es de 10.00 de la mañana hasta 20.00 h, aunque para confirmar, mejor consultad en esta web.
La accesibilidad del recinto es compleja. Aunque tengo que deciros que hicimos el recorrido con varios carritos de bebé, nos encontramos en varias ocasiones con escaleras. Hubiese sido mucho mejor ir con la mochila portabebés. Finalmente, en nuestro caso, optamos por dejar el carrito «abandonado» en un rincón y hacer todo el recorrido, para luego volver a por él.
El Monasterio de Yuste, en realidad consta de dos partes diferenciadas, por un lado el Monasterio propiamente dicho, y la residencia que fue de Carlos I de España (y V de Alemania). Fue declarado Patrimonio Europeo en 2007.
Aunque a priori puede parece una visita árida para los peques, en realidad, los nuestros pasaron un rato la mar de divertido (digo yo que sería porque la unión de lilliputienses hace la fuerza).
Justo en la entrada, además del mostrador de información y compra de las entradas, se ubica también una tiendita de recuerdos y artículos relacionados con el Monasterio. Aquí, aprovechamos para comprar una postal, que me sirvió para tener entretenido a mi lilliputiense gran parte de la visita. La postal correspondía a la imagen que puede verse, sobre el altar, en el interior de la iglesia del Monasterio. Y él tenía la misión de encontrar ese cuadro dentro del recinto. Un gran misterio a resolver, que nos ayudó a que inspeccionase minuciosamente todos los cuadros existentes en busca de la imagen. Y que al final, como no…descubrió :-D.
Aparte del juego en los cuadros, los pequeños se mantuvieron entretenidos con otras muchas cosas.
En primer lugar, los exteriores del Monasterio, por supuesto, son una zona estupenda para correr y dar vueltas alrededor de todo lo que encontraban, fueran árboles, fuentes, plantas o escaleras. Las habitaciones, con las antiquísimas sillas, camas y en definitiva todos los «artilugios» que en ellas se veían, les llamaban la atención y por tanto, escuchaban atentos lo que les contabas. La iglesia, con sus altas escaleras desde las que bajamos, al mío le encantó, especialmente porque allí se encontraba el anhelado cuadro que andaba buscando.
Pero, por supuesto, lo que tuvo más éxito de todo el Monasterio, y del que no había forma humana de sacar a los lilliputienses fue…el claustro! Creo que, como dice el refrán…»una imagen vale más que mil palabras»…
Y, al final, una vez más, te das cuenta de que, efectivamente, puedes ir a cualquier sitio con tus lilliputienses. Puedes hacer cualquier tipo de actividad y les puedes enseñar y explicar cualquier cosa que pase por tu cabeza. Te sorprenden siempre, hagas lo que hagas. Simplemente necesitan el estímulo y la motivación adecuada. Si eres capaz de dársela, disfrutarán al máximo de cada una de las experiencias que viváis.
Un Monasterio puede ser un lugar tan bueno como cualquier otro para reir y descubrir tesoros. Para aprender a respetar y empezar a iniciarse en el mundo de la historia.
Una gran jornada que terminó, con unas buenísimas cerezas en el maletero de un coche y un aviso de tormenta que nos hizo correr más de la cuenta.
¡Qué me gusta recordar el verano!
¡Qué tengáis un gran lunes!
Aquí podéis conocer los puntos clave del viaje al Valle del Jerte
Qué sitio tan bonito! Gracias por compartir.
Gracias a tí por pasar por aquí. Es un auténtico placer.
La verdad es que muchas veces nos empeñamos en buscar sitios específicos para peques con bolas, juguetes, tronas etc. etc. cuando la sencillez y la naturaleza son unos de los atractivos que más los encandilan! Un beso grande!