Uno de los pequeños grandes descubrimientos de nuestro viaje a Valls d’Aneu (Pirineo Catalán) fue el pueblo de Isil, ubicado en el término municipal de Alt Àneu, en la comarca del Pallars Sobirá.
Se trata de una pequeña población de unos 80 habitantes, atravesado por el río pirenaico de la Noguera Pallaresa, y en el que disfrutaréis de unas escenas de cuento con su puente de piedra bajo el que el río transcurre con una imponente fuerza.
Atravesar su placita y cruzar el puente sin duda, os aseguro que es todo un placer…
Isil es actualmente conocido sobre todo por dos motivos la Fallas de Isil y la Casa del Oso de los Pirineos.
Las Fallas de Isil, fiesta declarada de interés nacional por la Generalitat de Cataluña en 1991, es una tradición muy común según nos contaron, en la comarca del Pallars y de la Ribagorça y cuya historia me llamó poderosamente la atención.
Será por mi pasado ligado al desarrollo rural (y que no consigo apartar de mi particular forma de mirar), este tipo de tradiciones, fiestas y en definitiva recursos incluidos directamente en el «catálogo» del patrimonio etnológico de una población son una de mis debilidades.
Se trata de una espectacular celebración que se hace la noche de San Juan con motivo del solsticio de verano y cuya preparación comienza meses antes. La celebración de la noche de San Juan es una fiesta muy extendida en general por toda Cataluña pero en concreto en la zona del Pirineo es quizás donde alcanza su máxima expresión.
Esta fiesta, con la pérdida de habitantes que sufrió el pueblo a lo largo de los años fue perdiendo entidad. Fue reintroducida en 1978 y hoy día es un evento con personalidad propia en la comarca, en la zona del Pirineo y que le confiere su identidad al pueblo de Isil, haciendo que Isil reciba multitud de visitantes durante ese día.
Además, por su naturaleza y articulación alrededor del fuego te da pie a contar e imaginar historias de magia y brujas que, si vais con peques, son una auténtica maravilla a la hora de motivar y despertar la curiosidad por el lugar.
A principios de mayo los habitantes de Isil suben a la montaña y van preparando las fallas (pequeños troncos de 1,5 m aproximadamente que cortan y quitan la corteza). Una vez tienen preparadas estas fallas, en la placita del pueblo «plantan» una falla gigante (Falla Mayor) que no es otra cosa que un tronco también sin corteza. La noche de San Juan, la Falla Mayor se prende fuego, y los habitantes suben a la montaña a coger las fallas pequeñas y bajarlas monte a través en lo que parece una serpiente de fuego y luz, hasta llegar al pueblo donde los reciben mujeres y niños. Entonces comienzan una caminata por todo el pueblo de Isil (pasando por el cementerio donde la costumbre indica que tienen que hacer unas cruces en su puerta) hasta llegar a la Falla Mayor, donde dejan las fallas más pequeñas y se suceden una serie de bailes tradicionales.
La historia la pudimos conocer de boca de habitantes de Isil así como a través de las imágenes que nos pusieron en la Casa del Oso de los Pirineos, y sin duda es espectacular.
Además, tuvimos la suerte que en la fecha de nuestra visita ya estaba plantada la Falla Mayor en la Plaza con lo que pudimos verla e imaginarnos varias historias relacionada con ella…¡y es altísima!
Para quien tenga más curiosidad y quiera ver algunas imágenes de estas espectaculares fallas, podéis echar un vistazo a este vídeo.
[youtube https://youtube.com/watch?v=mheHXJzE2Aw]
A nosotros nos encantaría vivir esa noche mágica en alguna ocasión. Imagino que para ir con peques quizás habrá que andar con precaución puesto que debe ser una fiesta en la que se acumule mucha gente (con lo que eso supone a la hora de ir con lilliputienses). Pero estoy convencida que la experiencia merece la pena tanto para ellos como para nosotros los adultos.
Isil es el punto de partida varias rutas de senderismo. De todo ello os informan en el punto de información de la Casa del Oso de los Pirineos. En concreto os recomiendo la que nosotros hicimos, la ruta hasta el pueblo abandonado de Arreu, preciosa y apta para los peques. Además, resulta muy divertida por todo el pie que te da a contar historias de fantasmas varios relacionados con el pueblo abandonado. Mis peques alucinaron.
Pero los detalles de la ruta a Arreu, así como la experiencia de la divertida Casa del Oso, os la contaré en breve en otra entrada.
De momento…¡que tengáis un gran martes!
Y si la semana que viene andáis por el Pirineo Catalán y queréis celebrar la noche de San Juan de una forma original, no dudéis en visitar la fiesta de las Fallas de Isil.
¿Alguien la ha visitado ya con peques? ¿Nos contáis la experiencia?
Puntos clave de la escapada a Valls d’Aneu en el Pirineo Catalán #CATwithkids
(Valls d’Aneu ha sido el primer destino de interior que disfruta de la certificación de destino familiar de la Agencia Catalana de Turismo)
Nosotros las de Isil no, però sí las fallas de Taüll en el Valle de Boí. Es impresionante ver como bajan en procesión por la montaña. Un abrazo!
A nosotros nos encantaría vivir la experiencia. Tiene que ser impresionante! 😀
Un beso!
No hay problema con los peques, yo voy todos los años con el mío, y la primera vez tenía sólo 3 meses!
Genial saberlo. Aunque lo sospechaba…:-D ¡Que ganas de ir un año! Un saludo