El pasado puente de diciembre realizamos nuestra primera escapada a Marruecos. A pesar de pillarnos relativamente cerca de casa, no nos habíamos animado a visitarlo con los peques, así que, con la excusa de tener 4 días libres nos lanzamos a la aventura.
Viajamos en ferry con Balearia (ya habíamos probado esta naviera en verano) y teniendo en cuenta que en tan solo 2 h se realiza el trayecto Algeciras - Tánger, es un lujo poder disfrutar del continente africano así. Además, como en otras ocasiones, nos llevamos nuestro coche con nosotros, con todas las ventajas que eso supone (especialmente al ir con niños). Y nos encantó, porque descubrimos un destino magnífico, muy cerquita de casa.
Para los peques era la primera vez que pisaban África y eso les ilusionaba especialmente. A nosotros nos gustaba la idea de que observasen el contraste que sabíamos nos íbamos a encontrar, e íbamos expectantes.
Nuestra entrada la hicimos por la que llaman «la puerta de África»: Tánger. No íbamos con ningún plan preconcebido y sin prisas. Queríamos llevar el ritmo que la propia ciudad nos marcase y disfrutar de cada calle o cada detalle que viésemos.
Hoy me gustaría contaros cómo vivimos nuestra estancia en Tánger. No pretendo hacer una guía turística completa, puesto que eso lo encontraréis en cualquier sitio, sino como lo vivimos y qué hicimos en Tánger con los peques.
Bueno, ya os mostré como ellos vivieron el viaje a Marruecos en el post anterior 🙂 así que hoy os dejo algunas de las
COSAS CHULAS QUE HICIMOS EN TÁNGER CON NIÑOS
1- PERDERSE EN LA MEDINA
La Medina de Tánger es una de las mayores del país y resulta una auténtica aventura para grandes y pequeños recorrerla. El acceso principal a ella se encuentra en la llamada Plaza 9 de Abril, y es el que utilizamos nosotros para entrar en ella. Sus colores, sus puestos por doquier de todo tipo de productos, sus estrechas y laberínticas calles…¡es una maravilla! Nada más entrar unos coloridos puestos de frutas y verduras ya os encantarán.
Mi recomendación es que la recorráis despacio, dejándoos llevar ya que al doblar cada pequeña calle os encontraréis algo o alguien más sorprendente que lo anterior. A mí me llamó especialmente la atención la cantidad de gente que había. Era una sensación de mucha gente moviéndose pero tranquilos (no sé muy bien como explicar ésto, de hecho). No había carreras ni estrés, pero el ajetreo de la zona era increíble. ¡Si permanecías en una calle quieto durante un rato podías ver de todo! Personas que transportaban escaleras, fruta, un colchón o simplemente paseaban.
A los peques les encantaron las tiendas. Para ellos eran divertidos los colores y los olores, así como la propia interacción con la gente en los puestos para comprar algo. Debo decir que no nos sentimos inseguros ni incómodos en ningún momento. Todo el mundo fue muy respetuoso con los peques, les sonreían y les encantaba decirles cosas o contarles historias.
Para los niños lo mejor fue probar las almendras, los orejones, así como descubrir todo un mundo de calles de colores que según ellos eran calles muy divertidas. Además, les molaba el «ajetreo tranquilo» de las calles. Pero de lo mejor en la Medina…
2- DESCUBRIR ESPECIAS Y TINTES
La gran cantidad de puestos con especias diferentes (¡muchas ni las conocíamos!) con sus correspondientes olores fue increíble. Así como los pigmentos de colores que invitaban a meter un dedo para que se te quedase del correspondiente color (era realmente tentador y no pudieron resistirlo…como ya os imaginaréis metieron el dedo).
3- COMER PIPAS RECIÉN TOSTADAS
Uno de los momentos estrella de la visita a la Medina. En uno de sus puestos un vendedor le daba vueltas a algo que no sabíamos lo que era pero que los peques no pudieron evitar meter sus narices (ante la llamada de atención del vendedor porque estuvieron a punto de quemarse). Estaba tostando pipas para venderlas. Ni que decir tiene que allí que nos quedamos, mirando embobados como las pipas daban vueltas hasta que terminaron de estar listas para poder llevarnos un cartucho.
4- VISITAR LA ZONA ALTA DE LA CIUDAD y LA KASBAH
Desde la Medina, podemos seguir subiendo en la ciudad y llegar a la zona más alta. Aunque tiene el inconveniente de las cuestas para los peques, merece la pena, una vuelta por esta zona.
5- DISFRUTAR DE LAS VISTAS DE LA PLAYA Y LA ZONA DEL PUERTO
Desde la zona alta, las vistas que se pueden contemplar de la costa son preciosas. Nosotros no bajamos hasta la playa de Tánger durante nuestra estancia (a pesar de ser uno de los recursos más chulos de la ciudad) pero el paisaje y el descubrimiento del puerto nuevo de Tánger (Tánger Ville) desde las alturas merecen la pena. Los peques las disfrutaron claro, y se pusieron a correr y a jugar en la zona donde nos encontrábamos.
6- MONTAR EN UN GRAND TAXI
Aunque llevábamos coche para poder movernos en Marruecos, desde el hotel a la puerta de la Medina, tomamos en un par de ocasiones dos taxis. Os lo recomiendo, porque en las cercanías de la Medina es complicado el aparcamiento. Además, montar en un grand taxi, fue toda una experiencia. Bueno, conducir en Marruecos es toda una experiencia en sí misma, pero eso ya os lo contaré en otro post.
En Marruecos os encontraréis dos tipos de taxis: los petit-taxis, de color azul y los grand-taxis, de color crema en Tánger.
Los petit-taxis en Tánger son de color azul, pueden llevar a un máximo de 3 personas y circulan solo dentro de la ciudad. Pueden llevar taxímetro incorporado y esto es algo que debéis tener en cuenta porque si no lo tienen, tendréis que negociar el precio antes de subiros.
Cómo nosotros éramos 4, la mejor opción era un grand-taxi. Estos taxis en Tánger son de color blanco, y de mayor tamaño ya que pueden llevar hasta a 6 personas (incluido el conductor). De hecho, y si no quieres que se suba más gente durante el trayecto hasta completar todas las plazas, debes pagarlas tú todas. En estos casos, es imprescindible negociar con el taxi el precio antes del trayecto. En nuestro caso, al ser 4, ocupábamos todo el asiento trasero, y efectivamente se subía un quinto pasajero en cada trayecto que realizamos. Este tipo de taxi también es muy útil para realizar rutas turísticas por la ciudad, o para hacer rutas entre ciudades. Es una forma muy cómoda, ya que, una vez cerrado el precio con ellos, tienes la comodidad de no tener que preocuparte por el desplazamiento.
Como ya os digo, la experiencia del taxi fue toda una aventura para los peques. Alucinaron con el hecho de ir los cuatro juntos en el asiento trasero, e incluso en el último trayecto mi peque mayor le iba preguntando al conductor como se decían ciertas palabras en árabe, preguntas a la que gustosamente contestaba tanto el conductor como el 5º ocupante que se incorporó al trayecto. Además, como anécdota, os contaré que la pequeña se nos quedó durmiendo en el trayecto del grand-taxi camino del hotel. Y por si os sirve de referencia, pagamos desde nuestro hotel (Solazur) hasta la plaza del 9 de abril, 40 dirhams (aunque pensamos que se podía haber sacado por menos).
7- TOMAR UN TÉ
Una de los mayores placeres. Sentarte en algún bar y disfrutar de un té. Mis peques lo probaron. A la pequeñita le encantó pero al mayor no (él se lo pierde). Por bastante menos de 1 euro disfrutaréis de un maravilloso té que no querréis terminar nunca. Aunque nos habían recomendados grandes cafés y lugares emblemáticos para disfrutar de ellos, acabamos sentándonos sobre la marcha en pequeños bares que encontramos en nuestro recorrido, y los disfrutamos mucho.
8- COMER PALOMITAS EN LA PLAZA DE 9 DE ABRIL
Esta plaza es uno de los accesos a la Medina (al Gran Zoco) y uno de los lugares quizás más emblemáticos de la ciudad. Y no hay mejor forma de terminar un día en Tánger para los peques. Comprar palomitas en uno de los puestecitos ambulantes y prepararnos para la vuelta al hotel en el Grand-Taxi. ¿Os animáis?
9- DESCUBRIR LAS FORMAS DE LA GRUTA DE HÉRCULES
Uno de los lugares más chulos que visitamos en Tánger. A la gruta de Hércules si fuimos en nuestro coche. Es un lugar muy visitado (y con mucha afluencia de visitantes locales) y puede ser complicado aparcar, pero hay mucha rotación en la zona de aparcamiento y aparcamos fácilmente. Además, luego desde este punto continuamos en coche hasta el Cabo Espartel en coche.
Había visto este lugar en fotos antes de llegar a Tánger, pero sin duda impresiona al verla en directo. Para los peques, es genial bajar a la gruta, entrar y encontrar escondites y un montón de rincones por explorar. En muchos rincones incluso el agua «gotea» del techo así que imaginaros lo que eso supone para ellos. Como os descuidéis…¡acaban chorreando!. La cueva es accesible, no tiene escaleras, aunque hay que tener cuidado con la cantidad de gente (al menos nosotros nos encontramos bastante) para que no se os despiste ningún peque con la emoción.
La vista es chulísima. Os recomiendo jugar a descubrir las formas que podéis ver en la silueta. Cuando leáis la leyenda por la que Hércules estuvo en esa cueva, veréis que se puede ver la silueta del propio continente africano. Aunque mis peques, además, vieron a una joven con la boca abierta en el contorno de la izquierda. ¿Vosotros también lo veis?
10- ADMIRAR EL CABO ESPARTEL
La siguiente parada tras la Gruta de Hércules, es el Cabo Espartel, a unos 14 km al oeste de la ciudad de Tánger. Nosotros lo visitamos cuando oscurecía y aunque tiene el inconveniente que las vistas ya no son tan espectaculares, la posibilidad de ver al faro en acción tan cerca, les encantó a los peques. La oscuridad y el faro girando…estuvo genial. En este cabo, se unen las aguas del Mediterráneo y el Atlántico. Una parada para disfrutar de las vistas merece la pena.
Así nuestra estancia en Tánger fue muy amable y supuso nuestro primer contacto con Marruecos. Pronto os seguiré contando más en detalle y os daré como siempre mis recomendaciones, pero creo que esto es una muy buena aproximación a lo que fue nuestra visita a Tánger. Una visita tranquila y disfrutándola al máximo.
¿La habéis visitado vosotros? ¿Alguna experiencia para compartir?
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Agradecemos a Balearia su ayuda para vivir esta nueva aventura en familia, así como al hotel Solazur por ser nuestro hogar en Tánger. Pronto os iré contando más…
Hace un montón de años que estuve allí, y ahora me encantaría volver con los peques, y así poder aprovechar tus pistas y buenas recomendaciones.
Puede ser ya el primer destino previsto para el 2016 🙂 Un abrazo Daniel!