Seguimos con nuestra aventurilla en Gijón, #gijónjunior.
Hoy os quiero hablar de un bonito y tranquilo lugar en Gijón (en concreto en Somió), donde se puede pasar una muy buena jornada de mañana con los lilliputienses.
El Museo de Evaristo Valle es uno de los lugares en el que si duda, hubiésemos pasado mucho más tiempo. Se trata de un sitio genial para disfrutar despacio con los peques, tanto por el maravilloso jardín exterior de que dispone, como por el museo en sí mismo, y por las opciones de actividades en familia que plantea.
Es un museo monográfico alrededor de una de las figuras más importantes de la pintura asturiana de la primera mitad del siglo XX, Evaristo Valle. Dispone de 119 obras del pintor (conservadas gracias a su sobrina) así como objetos personales, material de dibujo, literario y documental y reune una fantástica colección de conchas que el padre de Evaristo había coleccionado a lo largo de su vida y procedentes de todo el mundo.
El Museo está ubicado en una finca de 16 has y rodeado de unos bellísimos jardines ornamentales en los que se encuentran más de 120 especies de árboles y arbustos, y donde se exponen una serie de esculturas que me parecieron imponentes en medio del verde de los jardines.
De lo mejor es la sensación de sorpresa que vives cuando entras al recinto del Museo, ya que os aseguro que desde la verja de entrada no se atisba la más mínima sospecha del espectacular paisaje que descubres tras cruzar la puerta.
Los jardines son geniales para ir con los peques. Su extensión y apertura al aire libre les permiten moverse a sus anchas. Y el hecho de ir encontrando esculturas a medida que avanzábamos por el jardín les encantaba. A mi me fascinaron las esculturas de las «damas» que surgían entre la hierba…»gijines» creo que se llamaban….. Y a los peques también.
En estos jardines además de la amplia exposición de estatuas, también encuentras veladores, fuentes, etc. y según nos contaron, en ellos se celebraban multitud de conciertos, exposiciones y actividades culturales. Muy recomendable para recorrer despacio, jugando a descubrir cada uno de la gran multitud de detalles que en ellos se encuentran. Todo el recorrido se puede hacer con carrito de bebé.
Nosotros realizamos una visita guiada al Museo, que nos permitió conocer los detalles del lugar y que para los lilliputienses resultó tremendamente divertida. El edificio del Museo…el castillo, encantó a los peques.
Tengo que decir que nosotros ya habíamos visitado museos en más ocasiones pero la capacidad de nuestra guía para motivar a los peques por las obras y sus historias me cautivó. Supo dirigir perfectamente al grupo y mantuvo su atención en todo momento.
Visitamos las diferentes salas del museo y observamos los cuadros de Evaristo Valle, con tranquilidad, identificando cada escena, sentados en el suelo y construyendo entre todos historias a partir de las imágenes que veíamos en ellos. Y vimos imágenes alegres y tristes, y conocimos e inventamos la historia de un pescador y una ballena a la que le dimos nuestro propio final.
Y sin darnos cuenta, los peques estaban preguntando por la historia de cada cuadro y requerían más información. Y os puedo asegurar que eso, cuando gran parte del auditorio está formado por un grupo de entre los 3 y los 7 años, es una auténtica hazaña. De esta guisa, recorrimos sala por sala, hasta llegar a la sala final, donde pudimos conocer al mismo Evaristo Valle a través de su autorretrato, y donde mi lilliputiense acabó bailando (creo que un vals) con nuestra guía.
Genial.
Tras la visita a la obra, nos dirigimos hacia un pequeño «taller» donde se realizan algunas de las actividades en familia que la Fundación Evaristo Valle desarrolla.
Me encantó conocer como la Fundación tiene puesto el foco intentar llegar a las personas atendiendo las necesidades específicas que cada grupo puede tener. Por ello, ha desarrollado un completo programa de actividades para escolares, familias, discapacitados o tercera edad, de manera que puedan trabajar de manera individualizada con cada uno de estos grupos. Y fue un placer ver como las familias eran uno de los puntos clave en este programa de actividades. En el Museo se realizan talleres para escolares y se ha puesto en marcha un programa llamado Familiarizarte, con el que se pretende que padres, madres e hijos trabajen y desarrollen su creatividad de forma conjunta, pasando un rato divertido, aprendiendo y compartiendo.
Dicho ésto, entramos todos en el taller y nos pusimos manos a la obra, nada más y nada menos, que a pintar el mar de Evaristo Valle. Un mar azul (bueno, o de muchos colores) que construimos a nuestro antojo (aunque tengo que reconocer que el resultado final creo que estuvo muy influenciado por la visita al Acuario de Gijón que habíamos hecho el día anterior). Pinceles en mano y colores por doquier, pasamos un rato bien divertido y los peques…más.
Como ya os digo, fue una visita muy chula. Tenemos que volver pronto para disponer de más tiempo para correr por el Jardín del Museo de Evaristo Valle. Una auténtica joya.
¡Que disfrutéis mucho de este martes!
Si queréis conocer la historia de #gijónjunior al completo, podéis hacerlo en este enlace