Uno de los lugares que más nos impresionaron en nuestro periplo por Normandía fue el blanco y escarpado perfil de los acantilados del pueblo de Étretat. Había visto muchas fotografías de ellos y de las curiosas formaciones que allí existen, pero lo que no me imaginaba era su dimensión así como de la sensación que tendría cuando me encontrase junto a ellos.
Étretat es un pueblecito costero en el Norte de Francia, a unas dos horas de París y a poco más de una hora desde Rouen. Volcado en la costa de Albàtre, en el canal de la Mancha en su camino hacia el Mar del Norte, es una localidad muy turística, visitada por miles de personas que vienen a contemplar desde su playa la espectacularidad del paisaje de sus acantilados.
El pueblo además, es una preciosidad para pasearlo despacito, quizás sentarse en algún pintoresco lugar a probar un crepe, o bien al pie de la playa, unos deliciosos moules (mejillones) con patatas fritas.
Si vais en coche como hicimos nosotros, y para que el aparcamiento no se convierta en un problema, te recomiendo dejarlo en el aparcamiento gratuito que hay al comienzo del pueblo. Se trata de una explanada inmensa paralela a la carretera de acceso al pueblo. Desde el aparcamiento hasta la playa, hay más o menos unos 15 minutos andando. Se trata de un paseo en línea recta (paralelo a la carretera) donde irás viendo ya las casitas que caracterizan a la localidad. Incluso pasarás por la puerta de la Casa Museo de Arsene Lupin (propiedad de su autor-creador Maurice Leblanc). No llegamos a entrar, pero me hubiese encantado conocer un poco más de este famoso ladrón de guante blanco.
La playa no tiene pérdida. El pueblo está volcado sobre ella. Además la llegada es espectacular ya que al llegar al paseo marítimo ya se divisan los acantilados dando lugar a un paisaje de cuadro. Y nunca mejor dicho, ya que este paisaje ha sido inspiración para pintores como Monet o Courbet. ¡Es increíble estar delante de él!
COMO VISITAR LOS ACANTILADOS DE ÉTRETAT CON NIÑOS
En los acantilados de Étretat, tan sumamente blancos como bellos, podréis descubrir diversas y preciosas formaciones: el Ojo de la Aguja, el Elefante…toda una maravilla para irla mostrando a los niños.
Para recorrerlos, puedes optar por dos formas diferentes: desde arriba de los acantilados, recorriendo las dos rutas habilitadas para ello, o bien desde la playa, pasando por debajo de las diferentes formaciones. Bajo mi punto de vista, si vas con niños, es mucho más divertido hacerlo de esta última forma, paseando por la playa.
RECORRIÉNDOLOS DESDE LA PLAYA.
En este caso, debes asegurarte y consultar previamente el horario de las mareas, ya que solo podrás recorrerlos desde la playa si la marea está baja. Cuando sube la marea, parte de la playa queda cubierta y no es posible el acceso.
Para hacerlo te recomiendo llevar calzado cómodo (zapatillas de deporte o botas), ¡olvídate de chancletas! El acceso por la playa tiene una zona más complicada, de guijarros fuertes y rocas punzantes con la que tanto peques como mayores deben tener cuidado de no tropezar, porque una caída puede doler bastante.
A nosotros nos encantó hacer este recorrido. Primero, porque a los niños les encantó pensar que las zonas por las que estábamos pasando, en tan solo unas horas quedarían totalmente cubiertas por el agua del mar. En segundo lugar, porque el trayecto implica, andar por zonas rocosas, entrar y atravesar una cueva a la que solo se tiene acceso con marea baja (luego también se cubre en parte de agua) y ¡que era totalmente oscura!, subir y bajar por unas escaleras para acceder de un tramo a otro, y por último ir descubriendo cada una de las formaciones pero ¡desde abajo!.
Pasar por debajo, levantar la cabeza y encontrarte encima de tí las inmensas formaciones de los acantilados…¡no tiene precio!.
Además, el contraste de salir de la cueva-túnel-acceso y descubrir la luz y las formaciones, de repente, es una maravilla. De esta forma, puedes realizar un paseo tranquilo, por la orilla de la playa, y eso sí…sentirte pequeñito ante los acantilados de la Costa de Albàtre.
RECORRIÉNDOLOS LOS ACANTILADOS DESDE ARRIBA.
Desde que llegas a la playa, y situándote más o menos en su punto medio, verás que en cada lado existen dos rutas que te permiten subir a lo alto de los acantilados y recorrerlos desde las alturas. Como ya os imaginareis, la belleza del paisaje en ambos lados es apabullante. Nosotros habíamos hecho el recorrido de la playa, así que optamos por hacer solo una de las rutas, la que nos conducía a la Ermita de la Virgen.
A esta ermita se puede subir bien andando, o se accede desde otra carretera en el lado opuesto (por lo que también podéis acceder a ella en coche si vuestros peques ya se han cansado de andar). Una vez arriba, el paseo por los acantilados desde las alturas merece mucho la pena.
El paisaje es una maravilla. Es un lujo poder mostrarles a los niños semejante escenario. Además, es curioso porque el día que estuvimos allí (imagino que sería habitual) una gran cantidad de gaviotas nos acompañaban y ¡muy cerca! lo que hizo las delicias de mis hijos.
Si visitáis Normandía, este lugar es uno de mis imprescindibles. En verano, fue cuando nosotros lo visitamos y había bastante gente, pero aún así, no es exagerado y realmente merece la pena. Un apunte: en el paseo marítimo hay una pequeña zona con columpios para los más pequeños, así como una zona con un carrousel.
¿Y vosotros? ¿Conocíais Étretat?
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Chicos, que preciosidad de sitio, me encanta. Muchas gracias por compartir las fotos 🙂
Muchas gracias! 🙂