Nuestro breve itinerario por el norte de Marruecos nos llevó desde Tánger a ChefChaouen para luego dirigirnos hacia la costa atlántica y en paralelo a ella volver a subir hasta Tánger.
En este camino, llevábamos recomendación y para nosotros era visita obligada Asilah (antigua Arcila), ciudad costera que representa uno de los lugares turísticos de esta zona de Marruecos. Su proximidad a Tánger además (unos 30 km) y su buena comunicación por carretera, la convierte en una excursión magnífica de día o el destino ideal para un fin de semana.
Asilah dispone de tremenda historia. En mi investigación he visto que por ella pasaron fenicios, griegos, cartagineses, romanos, árabes, portugueses y españoles con una serie de conquistas y reconquistas que bien merecen ser conocidas. Sus murallas (del s. XV) encierran a la Medina y el pueblo antiguo y le confieren a la ciudad el aspecto de estar literalmente volcada sobre el océano.
La Medina de Asilah es conocida por ser una de las más bellas del norte Marruecos así como una de las más cuidadas. Sorprendentemente para una Medina, «dicen» que se respira tranquilidad en sus calles, con muy pocas tiendas para turistas, y por las que se puede pasear con «relax». Sinceramente, no me imagino pasear relajadamente por una medina, con su ritmo y actividad frenética y personas que circulan sin parar (algunas veces me daba la sensación que ni ellas mismas sabían muy bien dónde iban).
En esta caso, esta Medina amurallada «dicen» que se caracteriza por su color blanco y azul y por ser el centro de artistas que reflejan su arte en forma de murales en paredes y otros elementos del recinto. Sus paredes tremendamente cuidadas, sus puertas pintadas de azul, perfectas y con cuidados detalles, la convierten en un precioso paseo con olor a océano.
¿Pero por qué digo «dicen»? ¿Acaso no visitamos Asilah?
Nuestra visita a Asilah fue fugaz, de paso, y aunque no queríamos resignarnos a no pasear por la Medina, finalmente optamos por hacer lo que los peques nos pedían a gritos: almorzar en su playa. A ellos les apetecía ver el mar, acercarse, sentarse en la arena y en definitiva disfrutar tranquilamente de ese medio día que íbamos a pasar en Asilah, pero a su manera.
Por tanto, renunciamos a la búsqueda del recomendado restaurante que llevábamos, para intentar localizar un lugar en la playa de Asilah donde relajarnos. El objetivo era sacar las mantas del coche, las neveras, la comida que nos acompañaba y dejar que los niños corrieran a sus anchas.
Nos habían hablado de la Playa de las Palomas a unos cuantos km de Asilah, pero a nosotros nos bastó con seguir paralelos a la costa, por la carretera que llega desde Asilah hasta Tánger. La imagen que se veía desde la carretera era ya magnífica: la playa INMENSA se perdía paralela a la carretera, y unas olas fuertes y un poco salvajes, le daban espectacularidad al paisaje. Buscábamos un lugar tranquilo y las vistas se nos antojaban perfectas para lo que deseábamos.
Al poquito de pasar la ciudad, encontramos un camino por el que acercarnos a la playa. Aparcamos y dejamos los coches, bajamos la colina-aparcamiento, y nos dispusimos a explorar para buscar nuestro punto de disfrute. Os aseguro que era una auténtica maravilla. La luz era bellísima y la arena, fina y blanca invitaba a correr, a dejar huellas, a acercarse al agua (lo justo para no salir empapado), a jugar…una pasada.
La playa estaba sola, lo cual era de esperar puesto que estábamos en pleno diciembre. No os puedo contar como sería el fondo, si sería profunda o no, tranquila o crispada para bañarse con buen tiempo, si el agua tendría buena temperatura en verano o si se verían peces al nadar en ella…pero si os puedo contar que fue uno de los mejores momentos de todo el viaje.
Los peques alucinaron, y nosotros también. La temperatura era buena (recordando que estábamos en invierno) y almorzamos allí. Tan bien nos encontrábamos hasta el punto de sacrificar el descubrimiento de la Medina. Los niños jugaban y nosotros lo disfrutábamos. Un buen momento para vivir en familia.
Por tanto, os podría decir que Asilah bien merece una visita. Que os perdáis por su Medina y me lo contéis luego…Pero lo que si os puedo decir con conocimiento de causa es que la disfrutéis al máximo, que la viváis y dejéis que los peques la descubran tanto como nosotros lo vivimos aquel día en la playa.
Maravillosa Asilah. Esperamos volver pronto y encontrarnos con su Medina. Enamorados quedamos.
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Agradecemos a Balearia su ayuda para desplazarnos al continente africano y poder realizar estar ruta por el Norte de Marruecos.