Esta ruta la pudimos disfrutar el pasado verano, en nuestra estancia en la Serranía de Cuenca. Y os aseguro que es una de las rutas más espectaculares que hemos hecho nunca.
Nos alojamos en el camping Serranía de Cuenca, ubicado como su nombre indica en plena Sierra de Cuenca, en la carretera que va de Cañamares a Poyatos. Se trata de un lugar donde no llega ni el 3G! Ni cobertura, ni acceso a Internet ni nada de nada. Eso sí, en una zona preciosa con pozas por doquier y mucha Naturaleza. Camping pequeñito, tranquilo y sencillo pero muy acogedor y con unos dueños muy amables. ¡Muy recomendable!
Fue precisamente en el camping donde nos hablaron de la ruta de la Hoz de Poyatos. Aunque bien nos advirtieron que no era una ruta fácil para hacer con los peques, si nos plantearon una alternativa con la cual, realizar solo una parte de la ruta, hasta donde, según el dueño del camping, comenzaba lo más difícil. Ese tramo sí se podía hacer tranquilamente con los lilliputienses.
Y me reitero totalmente en la información que nos dieron: no es una ruta nada fácil para hacer con peques. Además, solo está señalizada al comienzo, por lo que (a pesar de que no tiene pérdida) debes andar con cuidado para no despistarte.
El punto de partida de esta ruta se encuentra unos metros antes del puente romano ubicado a escasa distancia del camping. Hay un pequeño apartado en la carretera, donde podéis dejar el coche aparcado.
La ruta completa consiste en bordear el cañón del río Poyatos, pero presenta la opción de realizarla por el propio cauce del río, subiendo desde el punto de partida hasta llegar al extremo superior donde el río se convierte en una cascada, sobre una poza impresionante, para luego regresar aguas abajo hasta ese punto de partida.
La opción mixta y “apta para peques” consiste en empezar a subir un poco antes de llegar al puente romano, ir andando bordeando el cañón, hasta llegar a un primer descenso pequeñito de piedras por donde se alcanzaba una poza preciosa. Una vez llegada a esta poza , ya se puede continuar por el cauce del río aguas abajo hasta llegar al punto de partida del puente romano. Esta era la ruta que nosotros teníamos pensado hacer y con esta intención la comenzamos.
La subida no es complicada. Los paisajes son muy bonitos. Lo único a tener en cuenta con los peques es el tramo más cercano a esta primera poza ya que transcurre paralela al barranco por lo que hay que tener mucho cuidado con los pequeños. Hay que andar despacito.
La llegada a la poza fue espectacular ya que, además de bonita, era nuestra primera aproximación al cauce del río. La pequeña bajada al cauce por las rocas hasta el río ya nos pareció toda una aventura. Y eso que en aquel momento no sabíamos lo que nos esperaba…
Las vistas desde el cauce eran muy bonitas. Aguas arriba las paredes verticales del cañón apenas se separaban poco más de 1 m entre ellas y se levantaban hacia el cielo de forma espectacular. Aguas abajo, el cauce se presentaba abierto con poca profundidad y era por donde en teoría, íbamos a descender.
Sin embargo, justo cuando estábamos valorando el continuar aguas abajo a través del cauce, nos alcanzaron en la ruta otra familia que estaba realizando el mismo recorrido con 2 niñas también de la misma edad que nuestros peques. Esta familia practicaba el descenso de cañones y barranquismo y aunque esa ruta la habían realizado en multitud de ocasiones, era también la primera vez que iban con sus peques.
Al coincidir con ellos en ese punto, nos animaron a continuar, hablando de las maravillas que nos esperaban aguas arriba, y no solo nos “incitaron” sino que, desde ese momento continuamos la ruta con ellos. Os aseguro que, sin ellos, nosotros no hubiésemos hecho la ruta al completo. No hubiésemos sido capaces de continuar en varios de los puntos. Pero ellos se la conocían al dedillo, nos decían en todo momento como andar, por donde pisar y en consecuencia nos daban la confianza que nos faltaba.
Desde la primera poza donde hicimos esa primera parada, volvimos a subir al borde del barranco para seguir andando un buen tramo. Justo la parte que hay inmediatamente después de la poza es peligrosa, ya que hay incluso que andar con manos y pies para poder cruzar un trozo de sendero (sin caerte por el barranco). De hecho, uno de los chicos de la otra familia cogió a mi lilliputiense mayor y otro a la pequeña para que pudiesen pasar, y así nosotros pudimos cruzar sin preocuparnos de ellos (de hecho, la preocupación era no caernos nosotros). Éste en realidad, fue el único tramo complicado de verdad.
Poco después ya bajamos al cauce y continuamos la subida por él. Los peques alucinaron. Andando por el río, en tramos con diferentes profundidades (aunque ninguna más arriba de la cintura) y encontrándonos con pozas de cuando en cuando. La subida fue muy chula y finalmente llegamos hasta la cascada. Por la época del año (era Agosto) caía muy poquita agua. Estoy segura que haciendo la ruta en primavera u otoño debe ser precioso el salto de agua.
Una vez alcanzada la cascada, la ruta había que hacerla a la inversa: bajar por el cauce, pasando por aquella poza inicial donde nosotros nos íbamos a quedar, hasta llegar al puente romano por donde comenzamos.
Si la subida fue chula, la bajada por el río fue magnífica.
Pozas, toboganes de agua, y tramos los cuales, por la profundidad, no te quedaba más remedio que cruzar a nado. Tengo que confesar que en estos tramos me dio un poco de impresión hacerlo. El agua estaba bastante fría y nadar en ella impresionaba. Eso sí, los peques iban flipando y os aseguro que se lo pasaron bomba.
Mi lilliputiense mayor era el primero en tirarse de cualquiera de los “toboganes” que encontramos y mi pequeñita, aunque con mucho más cuidado también alucinaba. Y si queréis saber de qué estoy hablando, aquí os dejo a mi pequeñita en plena bajada…
El recorrido completo lo hicimos en unas 5 horas más o menos. Pero es toda una aventura.
Si os animáis a hacerla con los peques mis recomendaciones son las siguientes:
- En primer lugar, NO es una ruta para hacer con niños muy pequeños. De hecho, yo pondría el mínimo en la edad de mi lilliputiense menor: 4 años. Veo extremadamente complicado hacerlo con niños más pequeños. Y muy recomendable que sepan nadar.
- En cuanto a la ropa, es necesario ir preparado. El bañador es imprescindible, y para los más frioleros, un traje de neopreno (aunque sea de los cortos) ayudará mucho a hacer el recorrido, especialmente en los tramos donde tienes que sumergirte y nadar. Eso sí, luego descansa en los tramos de sol e intenta que el neopreno se seque un poco, para que no te de mucho frío. Para los peques, casi que os diría que es obligatorio llevarlo puesto. Nosotros no lo llevamos.
- El calzado es fundamental. Si podéis haceros de unos escarpines para el tramo del cauce es lo más adecuado. Será con lo que mejor andaréis. Si no los tenéis, quizás unas zapatillas de deporte (de las que tengáis más viejecillas) pueden valer. Pero que sean ligeras. Tened en cuenta que zapatillas grandes o botas al mojarse son muy pesadas y os supondrán un estorbo para andar por la ruta. Nosotros llevábamos unas chanclas pero de las que van con cierre en el tobillos, y aunque no resultó mal del todo, en los tramos de agua en los que había que nadar se nos desabrochaban, lo cual dificultaba el avance y originó que en más de una ocasión tuviésemos que salir nadando detrás de la zapatilla pero porque se había salido del pie.
- Llevad una mochila pequeña, que no os estorbe el movimiento. Tened en cuenta que todo lo que llevéis se va a mojar. Y claro, aquí es complicado llevar la cámara de fotos, o el móvil sabiendo que todo se va a sumergir en el agua. Nosotros no llevábamos cámaras, pero sí móviles. Todo lo que iba dentro de la mochila iba dentro de bolsas de plástico y los móviles los habíamos metido en bolsas de congelar. Sé que hay mochilas que son impermeables, pero…no era el caso. A nosotros nos fue bien, y nada de lo que llevamos en el interior de la mochila se mojó. Tuvimos suerte.
- Llevad algo de comida y agua: unos bocatas, unos batidos/zumos para los peques. La ruta se hace larga, y conviene hacer un descanso en varias ocasiones. Si tienes algo con lo que los peques puedan recargar las reservas de azúcar, mejor que mejor.
- Si los peques no saben nadar, flotador. Puedes llevar alguno hinchable (tipo manguitos) que se puede guardar bien en la mochila y luego hincharlo en el momento que lo necesites. Otra opción es uno de tipo “tortuguita” que lo colocas a modo de cinturón al peque y hace todo el recorrido con él puesto.
- El agua está tremendamente fría. Es un hecho. Aunque también te aseguro que una vez que has empezado a andar por el cauce, tu sensación de agua fría va disminuyendo, y cada vez te causa menos impresión la temperatura.
- Hubo un tramos en la subida aguas arriba en la que tuvimos que escalar un poco y ayudarnos con una cuerda que llevaba nuestra familia salvadora. Así que…echadla en la mochila.
- Llevad una muda completa y seca en el coche. Vais a terminar mojados enteros, pero así, cuando finalicéis el recorrido y volváis al coche, podréis cambiaros y poneros ropa seca. Para los peques es fundamental porque así, no los dejas mojados.
- Como siempre, contadle a vuestros peques lo que vais a hacer. Aunque os aseguro que ésto superará con creces sus expectativas. Eso sí, pensad bien como son vuestros hijos antes de hacerlo porque debéis tener en cuenta una cosa, una vez comenzado la bajada por el cauce aguas abajo, ya no hay marcha atrás. Bueno, o sí, pero entonces tendréis que volver a deshacer todas las pozas y los tramos nadados. Es decir, hay que llegar hasta el final casi sin remedio. Luego, es difícil que si un peque llora o quiere volver, pueda hacerlo dando marcha atrás. Tendréis que seguir hacia delante.
- Disfutadla a tope.
Y después de contaros todo ésto, no tengo muy claro si os recomiendo que hagáis esta ruta con niños pequeños. Pero lo que sí tengo claro es que nos encantó y que ha sido una de las rutas más bonitas que hemos hecho en mucho tiempo.
Eso sí muy fresquita y pasad por agua, pero ESPECTACULAR. Volveremos seguro.
Así que… ¿os animaréis esta primavera a hacer la ruta de la Hoz de Poyatos? ¡Ya nos contaréis!
Desde aquí, queremos agradecer a nuestra familia-guía como nos acogió en su grupo y nos ayudó en todo momento para que pasáramos un día maravilloso. Sin ellos, no la hubiésemos hecho ¡Muchas gracias!
¡Qué tengáis un martes estupendo!
Siempre me gusta mucho leeros y casi me imagino yo haciendo vuestras excursiones, pero la de hoy, reconozco que sacaría lo peor de mí (no dejaría de preguntarme qué hago yo allí). Aquello es precioso pero algunos tramos que describes (y además lo adviertes) sirven para probar tus nervios, no?
Nosotros fuimos capaces de hacerla porque íbamos con la familia que nos guió. Te aseguro que de no ser así, nosotros no hubiésemos continuado, por inseguridad de ir con los peques y no saber muy bien qué nos íbamos a encontrar. Una vez hecha, nos alegramos un montón, pero menos mal que fuimos con compañía! Nos hubiésemos dado la vuelta seguro. Aunque tengo que reconocer que merece la pena muchísimo!
¡¡¡Que pasada de ruta!!! Me tomo nota de ella para cuando volvamos por Cuenca y César sea más grande. 😉
Es fantástica. Seguro que los nanos disfrutaron en grande. Un besote. 🙂
Es chulísima M.José! 😀 Ir por el cauce del río es una pasada y los peques se lo pasan bomba. Si vas por la zona, apúntatela, si no ara hacerla completa sí paara hacer algún tramo. En cualquier caso, en la Serranía de Cuenca hay varias rutas así de bonitas y fresquitas. Un beso gordo!
¡Qué chula! Es verdad lo que me dijiste cuando hice el post sobre el río Chillar. ¡Recuerda muchísimo! Si bien esta sí que es accesible a los peques (al menos la primera parte). En fin: todavía me siguen sorprendiendo la maravilla de paisajes que tenemos en la península y que no conocemos. ¡Gracias por la recomendación!
La del río Chillar tengo muchísimas ganas de hacerla!!!! De hecho queríamos haber ido el pasado septiembre, y al final no lo hicimos. A ver si nos pegamos el salto esta primavera. Tienes razón, hay una gran cantidad de preciosos rincones por descubrir! Un besito 😉