Hace ya algún tiempo (la pasada Semana Santa), pudimos visitar una bonita zona de Alemania, en concreto, la región de Rheinland-Pfalz. El otro día, repasando el cuaderno de viaje de esta escapada, cuyos puntos claves podéis conocer aquí, me di cuenta que aún me quedaba por hablaros de un pueblecito llamado Herrstein y que visitamos el último día de nuestra estancia en territorio alemán.

Herrstein está ubicado en la zona de Rheinland-Pfalz, en la región de Hunsrück, y está incluído dentro de la llamada Ruta de las Piedras Preciosas, de la que ya os he hablado en otra entrada. Se trata de un auténtico pueblecito medieval, con un muy cuidado centro histórico, resultado de un gran trabajo de restauración por el que bien merece la pena pasear (de hecho, no hay ningún otro lugar en la zona tan bien conservado). Este gran trabajo de conservación ha tenido como consecuencia, según nos contaron, un importante empujón a la actividad turística.

Fuimos hasta Herrstein en coche, procedentes de Herborn, el lugar donde nos alojábamos, y al acceder al pueblo te encuentras con zonas amplias para aparcar, lo que te invita a dejar el coche fácilmente y a continuar andando.

Las calles son pequeñas y puedes ir con tranquilidad con los lilliputienses. Además, salvo en algún punto concreto en el que alguna que otra escalera sale a tu paso, la accesibilidad es muy buena y puedes circular sin problemas con un carrito de bebé. Es pequeño, por lo que lo recorres en un rato.

En la carretera principal de acceso al pueblo, se encuentra un punto de información turística, por el que puedes pasar previamente para pedir un plano del lugar. Es una oficina pequeñita pero a los peques les encantó, ya que al entrar, la persona que allí se encontraba, cogió a todos los lilliputienses y los llevó a una especie de caja grande “secreta” donde había muchas gemas de colores para que cada uno de ellos escogiera una y se la llevase. Fue un gran detalle que hizo que los más pequeños salieran muy contentos. Todos apretaban fuerte la gema de colores como si fuese un auténtico tesoro. Aún conservamos, por supuesto, en una caja, la piedrecita que mi lilliputiense mayor escogió.

Pasear por Herrstein es una maravilla. Me encantó. Las casas son especialmente llamativas y parecen sacadas de un cuento, por lo que los peques alucinaron. Entre los elementos que vimos, os destaco: la Torre del Reloj (Uhrturm), con un pequeño túnel que los lilliputienses se empeñaron en cruzar una y otra vez; y la fuente de la plaza pequeña del centro histórica, llamada Hankelbrunnen.

Esta fuente es muy bonita (además que es imposible pasar por ella sin tener a todos los peques asomándose al agua) y en ella pueden verse un adulto (que simboliza al Hankel, que así se llama al habitante de Herrstein) y a un niño que le echa agua. Por desgracia, de la historia completa de la fuente no llegué a enterarme bien (tengo que volver a ir).

Me llamó la atención especialmente que en algunas de las casas, podías encontrar unos patios visitables, y que me recordaron (no en la arquitectura sino en el concepto) a los patios que podemos encontrar por mi ciudad. Curiosos…

Nuestra experiencia en Herrstein fue muy cortita. Me quedé con ganas de visitar el Museo de las tradiciones, así que si alguien lo ha hecho, ¡que me cuente qué le ha parecido, por favor!.

Pasamos la mañana en Herrstein, y almorzamos allí. Y eso sí…tengo que recomendaros el restaurante donde fuimos, porque comimos especialmente bien. Se llamaba Cafe Restaurante Zehntscheune, (en su web podéis encontrar sus datos, eso sí está en alemán).

Muy buena opción si visitáis Herrstein. Un gran lugar para probar la comida alemana ;-).

Y por hoy os dejo! No sin antes hacer un gran brindis por vosotros que para eso estamos ya a mitad de semana…

¡Feliz miércoles!